Siervos de Dios, del Estado, del progreso, de la humanidad, del dinero… Estamos rodeados de fantasmas, coerciones impuestas por entes abstractos e ideas que no sirven al individuo. Max Stirner critica esta situación y propone un egoísmo que permita realización individual al margen de estos poderes coercitivos.
Max Stirner es un filosofo alemán que ha tenido gran influencia en pensadores como Nietzsche, Marx y Feuerbach. Es considerado por muchos como fundador del anarquismo individualista, aunque también tuvo adeptos fascistas, como Benito Mussolini y Georges Valois. Su filosofía supuso una crítica mordaz a los asuntos ajenos al individuo que a día de hoy sigue siendo de gran actualidad.
Cuando los patriotas o individuos obligados a luchar mueren masacrados para defender «la gran causa de su nación», lo hacen por algo que les es ajeno. A día de hoy vemos como militares pierden sus vidas para servir a una élite y a una nación que se llevan todo el beneficio de su sacrificio y les ofrecen unas pocas palabras de agradecimiento. Son siervos sin libertad que mueren para servir a otras personas.
De la misma manera hay personas que dedican su vida a servir a un dios, al progreso, a la humanidad, a los derechos de los animales, al dinero, etc. Sin embargo, para Stirner, la influencia moral está basada en la sumisión. El individuo no es siervo de ninguna moralidad, sino que sigue sus propios deseos.
Hay asociaciones que subyugan al individuo, como el Estado y los partidos políticos. En El único y su propiedad Stirner habla de una «unión de egoístas», una asociación voluntaria de individuos conscientemente egoístas, que puede ser disuelta cuando deje de ser de utilidad para sus participantes. Stirner también rechaza la idea de que el individuo se someta a la mayoría (democracia), al progreso, al bien común, a un rey, a una bandera… Prefiere que la gente actúe de forma anárquica, formando uniones temporales y cambiantes que se adapten mejor a los deseos de cada persona.
Nuestra sociedad es algo bien diferente: somos oprimidos por el Estado, por las empresas, por el mercado… El Estado está lleno de corruptos, nos impone impuestos —por el bien común—. Estamos pagando la propaganda estatal, los sueldos de funcionarios, de policías, militares. Enviamos a lugares remotos armas que usan aliados neonazis o terroristas para luchar por la democracia, por la justicia… Hay quienes sienten orgullo de formar parte de este paraíso, ondean telas de colores y articulan «su» meditada opinión. ¿Creerán en fantasmas cuando no tengan nada que llevarse a la boca?, ¿cuándo no pueda evadirse más?
Con la extinción masiva de especies, la brutal perdida de suelo, el encarecimiento del petróleo y demás problemas creados, quien peor parado puede salir es quien vive en otra realidad, aunque nadie se libra.
Del Imperio romano muchos ciudadanos consumían su vida presenciando espectáculos, subsistiendo gracias al grano que el estado les suministraba mientras podía: panes et circenses. Algún día dejaría de ser accesible el alimento, dejaría de protegerlos la decadente Roma. Sin saber subsistir en el desamparo ni poder encabezar sus vidas, llegarían mercenarios para cortarles las cabezas.
A día de hoy vemos como las personas son esclavas también de la tecnología. Mucha gente es esclava de programas privativos, adictivos y estresantes que incitan a la gente a proporcionar contenido de forma gratuita a grandes empresas tecnológicas que se lucran enormemente mientras venden cosas innecesarias a sus usados (no usuarios). Vivimos en una sociedad enferma, engañada con la falsa felicidad de las redes sociales, harta del mundo.
En el ámbito económico, los bancos centrales controlan la emisión del dinero —trozos de papel y metales baratos a los que la gente da valor— provocando inflación y crisis. Por otro lado, hay formas de lograr una economía más descentralizada y soberana usando criptomonedas, monedas locales, realizando trueques… pero no es algo súper extendido. Hay gente egoísta que pasa lo máximo posible de la política y vive de forma bastante anárquica, creando amistades y uniones satisfactorias, usando tecnologías libres, ignorando leyes e imposiciones morales, etc. Stirner ha sido una gran influencia para muchas de estas personas.
Stirner dice que «El Estado llama ley a su propia violencia y crimen a la del individuo». El único y su propiedades una obra mordaz, revulsiva, anárquica de la que podemos aprender mucho. Hay que disfrutar de la vida lo máximo posible y combatir las imposiciones ajenas, ya sean estatales o sociales. Hay que huir de la esclavitud y disfrutar del camino hacia nuestra propia libertad.